A seis meses de la pandemia desde el hospital El Cruce abrimos un espacio de comunicación con la comunidad para que nos cuenten cómo transitan la emergencia sanitaria de Covid-19.
Este espacio lo denominamos “Personas reales con historias reales”.
Pueden enviarnos su historia por privado al facebook del hospital El Cruce. Agradecemos todos los mensajes y cartas que ya nos han enviado. Les compartimos nuestra primer historia.
Carta abierta de mí dolor
Hola, soy Daniela, hasta hace unos días tenía una vida casi perfecta, y digo casi porque la perfección no existe, pero al menos tenía a todos mis seres queridos conmigo, disfrutándonos como nosotros sabíamos hacerlo mientras el mundo colapsaba a nuestro alrededor por culpa de la pandemia.
Desde un primer momento entendimos y comprendimos que la situación era más que delicada y que solo con responsabilidad y conciencia debíamos cuidarnos por nosotros y por los otros.
Mi mamá, una abuela amada de 77 años decía, "a mí esto no me va a agarrar porque desde febrero que no piso la calle y se que ustedes se cuidan muchísimo y nada nos va a pasar".
Mientras tanto, en diferentes medios de comunicación ("oficialistas y no oficialistas") veíamos como se debatía cuarentena si o cuarentena no. Leíamos por Facebook gente proclamando que le devolvieran la libertad que un gobernante de turno les había arrebatado prohibiéndoles salir a correr, juntarse con amigos, etc, etc.
Y una vez más, el ser humano demostrando su egoísmo y falta de empatía, comenzó a desoir las advertencias, cuestionar las medidas dictadas por los gobernantes, desestimar la fuerza de este virus que cada día avanzaba más y más aumentando la cantidad de infectados y muertes. También empezaron a ponerle una bandera política a esta pandemia, entonces surgieron marchas, aparecieron grupos "anti cuarentena" que gritaban a viva voz que esto era casi un invento de Alberto Fernández (lo menciono porque hoy le toca ser el Presidente) y miles de incoherencias más. Pareciera que vivieran en una burbuja que solo les permitía ver lo que sucedía en su pequeño ombligo egoísta y no alcanzarán a ver lo que sucedía a nivel mundial.
Y en este contexto y mundo convulsionado de repente mí mamá necesitó una cirugía que no podía postergarse.
Rápidamente fue internada, con un estricto protocolo para evitar el contagio que incluyó un hisopado previo a la cirugía, días de espera para obtener el resultado en un sector de aislamiento. Y principalmente sin el acompañamiento de ningún familiar para reducir al mínimo toda posibilidad de propagación del virus.
También recibimos la advertencia de la doctora que hizo la admisión, sus palabras fueron estas "tu mamá tiene una obstrucción en las vías biliares que requiere una rápida intervención, la tenemos que operar bajo todo riesgo porque acá está todo complicado por el covid-19".
Así fue que luego de varios días mí mamá fue operada, salió bien de la cirugía, soportando pasar todo eso sola, porque como dije anteriormente, no se permitía que ningún familiar la acompañara.
Desde el primer día nos mantuvimos en contacto por videollamadas. Cada hora nos llamábamos y nos contábamos cómo iban las cosas, yo le decía que tuviera paciencia y cuánto la quería, mientras ella me daba indicaciones y se despedía con un "yo también te quiero".
Los médicos todos los días me llamaban para pasar el parte, me contaban cómo estaba mamá y más de uno me expresaba su angustia de trabajar contra reloj con un virus que todo lo arrasaba y la bronca e impotencia que sentían porque la gente no se cuidaba.
Un día mamá me llamó temprano para decirme que había amanecido con unas líneas de fiebre. Tras eso llegó otro hisopado y otra vez la espera por el resultado.
Mientras tanto los médicos me informaban que venía bien, prácticamente asintomática, que iba a tener que realizar el aislamiento en la clínica hasta el día 20 de agosto. Ella estaba tranquila porque el único síntoma que había manifestado fue un día de fiebre de 38°.
El día miércoles 12 de agosto nos confirman que el hisopado había dado positivo, pero que ella venía clínicamente bien, con una leve tos y ningún otro síntoma de alarma.
Obviamente el resultado nos impactó pero aún así nos seguimos dando fuerzas a través de las videollamadas.
El jueves 13 de agosto me llama y me cuenta que el médico de piso le había dicho que venía muy bien, que solo tenía que aguantar unos días más y que pronto regresaría a casa. Con esas palabras nuestras fuerzas se renovaron y pusimos nuestras mentes en el día 20 que recibiría su alta.
Pero ese jueves a la tardecita algo pasó. Habíamos estado hablando como todos los días. Escucho mí teléfono sonar, era mamá en una videollamada, seguro me iba a contar que le habían llevado galletitas para merendar…. Pero no, en la videollamada la veo a mi mamá desesperada por querer respirar, me pedía por favor que llamara a su médico, veo a las enfermeras asistiéndola, le pido a una de ellas que me diga que está pasando, me dice que no me puede contar pero que ya habían llamado al médico. Mamá alcanza a decirme "ahí vienen los médicos" y me pide que vaya, la enfermera asiente con la cabeza y yo salgo volando para el sanatorio.
Desde la puerta del sanatorio la vuelvo a llamar, mi mamá me atiende, más tranquila, respirando mejor, diciéndome que ya se siente medianamente bien.
Pido información al personal de seguridad quién se comunica con la jefa de enfermeras porque justo se había hecho el cambio de guardia de los médicos y el médico ingresantes aún no había valorado a los pacientes.
La jefa de enfermera me cuenta que mamá estaba estable y descansando, que me quedara tranquila que había informado a las enfermeras y médicos que pusieran especial atención en el monitoreo de mí mamá.
Vuelvo a casa, me baño, tomo un té y me acuesto para descansar y recibir el llamado de mamá cuando se despertará. Pero lo que recibí a los pocos minutos fue el llamado del doctor que me pedía que fuera al sanatorio porque había surgido una complicación…. Mamá había muerto… Paro cardiaco por falla respiratoria por covid-19.
El médico me veía llorar desgarrada mientras le pedía por favor que me dejara verla. A pesar de mí dolor pude ver el dolor en su mirada cuando me tuvo que decir que no podía dejarme.
Mi mamá se fue sola, asustada, sin que yo pudiera sostenerle la mano.
No pude despedirla. Sus hermanos, sus nietos, sus amigos nadie la pudo despedir.
Ella no se merecía partir en esa soledad aterradora pero no hubo opción...
Y nosotros quedamos destrozados…
Ahora te hablo a vos…
"que estás cansado porque no te podes juntar a comer con amigos",
"que te indignas porque no podes salir a correr"
"que decís que cohartan tu libertad".
"que te enganchas en marchas anti cuarentena para protestar porque hay un otro que te está pidiendo que te cuides"
"que pensás que esto es cuestión de política partidaria como si ser peronista, macrista, kirchnerista, comunista o lo que fuera sea la razón de esta pandemia.
TOMA CONCIENCIA, si no te importa contagiarte pensá que podes contagiar a tu mamá, papá, hermanos o cualquier persona que te importe y que ellos pueden tener una muerte tan horrible y solitaria como la de mí mamá.
No puedo responsabilizar a nadie puntual por este desenlace tan triste y desolador pero te responsabilizó a vos que con tu egoísmo y falta de amor al otro te negás caprichosamente a cuidarte, a usar un barbijo, a respetar las distancias mínimas, vos y tu egoísmo son los responsables de que este virus se siga propagando, contagiando y destruyendo familias como la mía, llevándose a personas tan buenas y valiosas como mí mamá.
Daniela Bramajo